Reproducimos algunos párrafos del interesante artículo de Juan Luis Pulido Begines, de crítica al caos burocráctico que dificulta el trabajo universitario en España, y remitimos, al lector interesado en la lectura completa, a la Web de La Voz Digital de Cádiz.
La Voz digital. cádiz
http://www.lavozdigital.es/cadiz/prensa/20111001/opinion/delirio-burocratico-universidad-20111001.html
Tribuna
01.10.2011 - JUAN LUIS PULIDO BEGINES
CATEDRÁTICO DE DERECHO MERCANTIL
"Visto desde dentro, el peor de todos los males que acucian a
la universidad española quizás sea el disparate burocrático que está lastrando
su visión, su acción y hasta su misión como parte de la sociedad. Hace unas
semanas, en este mismo medio, reflexionaba sobre ello con agudeza Rodrígo
Sánchez Ger, en su artículo 'La Ficha 1B'. Y a lo mismo se refería
recientemente Adela Cortina, reputada catedrática de filosofía moral de la
Universidad de Valencia, en una entrevista publicada en la revista Unelibros; a
la pregunta de si está la universidad española preparada para hacer frente a
los nuevos retos, respondía: «La universidad española necesita una profunda
reforma para ponerse a la altura de lo que la sociedad necesita de ella. Claro
que hay en ella gentes y grupos valiosos, pero no les ayuda a serlo esa
estructura burocrática, hecha de un reglamentismo absurdo que no mejora la
calidad.»."
"Es el delirio del mensurador loco, para el que todo es
medible, no importa si la medida vale para algo o no. Este proceso, en el que
la burocracia se justifica a sí misma, genera conforme se implanta nuevas
necesidades absurdas, o de finalidad desconocida. Con buen tino, los alemanes
-que padecieron también esta calamidad y andan de vuelta- lo denominan 'Paperkrieg',
guerra de papel. Y no crean que exageran los tudescos, porque es una agresión
en toda regla lo que sufrimos, con la excusa burocrática, los que tratamos de
dedicarnos a la enseñanza superior y la investigación, que es lo que se supone
que debe ofrecer la Universidad. Cuánto tiempo, energía y recursos perdidos en
perjuicio de una y otra gracias al burocratismo de despacho.
"La moderna universidad española está sujeta a un poder
etéreo que la domina a través del anonimato de oficinas que se alimentan a sí
mismas con nuevos e incesantes mecanismos rutinarios de control, que cambian
además constantemente, sucediéndose como experimentos tan huecos como inmaduros.
El resultado de todo ello es una considerable pérdida de tiempo tributado a
causas de resultado ignoto, pues muchos de esos obsesivos procesos burocráticos
desembocan en nada, mientras la información obtenida se archiva en los oscuros
recovecos de la más penosa inutilidad."
"Ante este deterioro, demasiados profesores universitarios se
han mostrado dispuestos a seguir toda clase de normas, sumisa y acríticamente. La
tolerancia mal entendida y la inacción han sido verdaderamente autodestructivas".
"Con su ironía característica, el profesor Bermejo Barrera describe así la
situación: «Los nuevos gestores y evaluadores consiguen hacer de la confusión
virtud y parecen aplicar -seguramente sin saberlo- una estrategia militar
básica, que se asienta en tres puntos: confundir al enemigo, desorientarlo y al
final sorprenderlo, en este caso con una nueva normativa, una nueva
convocatoria, o un nuevo formato digital, que a ser posible lleve consigo la
descarga de algún nuevo software caracterizado por su natural tendencia a
colgarse, seguramente porque fue diseñado de la forma más compleja posible
(normal en una sociedad cortesana)».
Comentario de Foro Unives:
Este interesante artículo destaca los problemas que se derivan de la lentitud y del caos burocrático en las universidades españolas, que en ocasiones dificultan de forma extraordinaria el respeto a los principios constitucionales de mérito y capacidad, y el clima sereno de trabajo al servicio de todas las ciencias (sociales, humanas y naturales) y de la sociedad. Este caos afecta a la organización de los Departamentos, a los planes de estudio de Grado, Master y Doctorado, a la organización de la docencia, a la financiación estable de la investigación, a la evaluación de los Sexenios de investigación, a la proyección social de la investigación, y a otros temas.
Origen del caos burocrático (Ministerio, CCAA, Rectorados): Los problemas burocráticos se derivan de la propia normativa ministerial, de la normativa autonómica y de la potestad que tienen los propios equipos rectorales para añadir más normas improvisadas, cambiantes e ilógicas, ante las que los profesores afectados están con frecuencia en la más absoluta indefensión, sobre todo teniendo en cuenta que, con frecuencia, hay que lamentar que una amplia mayoría de profesores acepta las normas más absurdas de forma acrítica. No hay mucha esperanza de que esto pueda cambiar después de 30 años de caos normativo frustrante (1983-2012), pero serían deseables algunas mejoras por parte del Ministerio que impulsen un clima sereno y estable para el buen hacer del trabajo universitario. Ello redundará sin duda en beneficios a la sociedad, dado el papel importante que las universidades tienen en el desarrollo económico y social de los países más avanzados.
Causas: Las causas de esta situación podrían clasificarse en dos grupos: a) las que inducen a crear normas absurdas, b) las que inducen a la mayoría de los profesores a aceptar normas absurdas sin intentar cambiarlas. La creación de normas absurdas y contradictorias, y de no propiciar las iniciativas de mejora, puede deberse a ignorancia o a la intención de generar un cierto grado de caos. Víctor Pérez Díaz, en un interesante libro, mencionado en la entrada 11 de este Blog, incluye a las universidades como uno de los 3 grupos de instituciones afectadas por determinadas presiones, que condujeron a reducir sus energías y su eficacia al servicio de la sociedad:
"Cada uno de ellos se vió sometido a procesos de reestructuración y cambio de diseño, a conflictos redistributivos de poder en su seno y a la movilidad del personal, que consumieron sus energías durante muchos años, redujeron su eficacia y probablemente embotaron su capacidad de control y crítica” (Pérez Díaz, 1996).
Añoramos tiempos de gran esperanza: Algunos profesores universitarios añoramos tiempos en los que teníamos poca presión burocrática, pocos recursos y una gran esperanza de mejoras en el clima de trabajo de nuestra institución. Ahora tenemos mucha presión burocrática, pocos recursos y poca esperanza de mejoras en las normas que determinan, en gran medida, el ambiente de trabajo de nuestra institución. Para aumentar la esperanza es necesario afrontar los problemas, no siempre económicos, y crear un clima de respeto a los principios universitarios que nunca debieron sucumbir a los disparates burocráticos.
Este interesante artículo destaca los problemas que se derivan de la lentitud y del caos burocrático en las universidades españolas, que en ocasiones dificultan de forma extraordinaria el respeto a los principios constitucionales de mérito y capacidad, y el clima sereno de trabajo al servicio de todas las ciencias (sociales, humanas y naturales) y de la sociedad. Este caos afecta a la organización de los Departamentos, a los planes de estudio de Grado, Master y Doctorado, a la organización de la docencia, a la financiación estable de la investigación, a la evaluación de los Sexenios de investigación, a la proyección social de la investigación, y a otros temas.
Origen del caos burocrático (Ministerio, CCAA, Rectorados): Los problemas burocráticos se derivan de la propia normativa ministerial, de la normativa autonómica y de la potestad que tienen los propios equipos rectorales para añadir más normas improvisadas, cambiantes e ilógicas, ante las que los profesores afectados están con frecuencia en la más absoluta indefensión, sobre todo teniendo en cuenta que, con frecuencia, hay que lamentar que una amplia mayoría de profesores acepta las normas más absurdas de forma acrítica. No hay mucha esperanza de que esto pueda cambiar después de 30 años de caos normativo frustrante (1983-2012), pero serían deseables algunas mejoras por parte del Ministerio que impulsen un clima sereno y estable para el buen hacer del trabajo universitario. Ello redundará sin duda en beneficios a la sociedad, dado el papel importante que las universidades tienen en el desarrollo económico y social de los países más avanzados.
Causas: Las causas de esta situación podrían clasificarse en dos grupos: a) las que inducen a crear normas absurdas, b) las que inducen a la mayoría de los profesores a aceptar normas absurdas sin intentar cambiarlas. La creación de normas absurdas y contradictorias, y de no propiciar las iniciativas de mejora, puede deberse a ignorancia o a la intención de generar un cierto grado de caos. Víctor Pérez Díaz, en un interesante libro, mencionado en la entrada 11 de este Blog, incluye a las universidades como uno de los 3 grupos de instituciones afectadas por determinadas presiones, que condujeron a reducir sus energías y su eficacia al servicio de la sociedad:
"Cada uno de ellos se vió sometido a procesos de reestructuración y cambio de diseño, a conflictos redistributivos de poder en su seno y a la movilidad del personal, que consumieron sus energías durante muchos años, redujeron su eficacia y probablemente embotaron su capacidad de control y crítica” (Pérez Díaz, 1996).
Añoramos tiempos de gran esperanza: Algunos profesores universitarios añoramos tiempos en los que teníamos poca presión burocrática, pocos recursos y una gran esperanza de mejoras en el clima de trabajo de nuestra institución. Ahora tenemos mucha presión burocrática, pocos recursos y poca esperanza de mejoras en las normas que determinan, en gran medida, el ambiente de trabajo de nuestra institución. Para aumentar la esperanza es necesario afrontar los problemas, no siempre económicos, y crear un clima de respeto a los principios universitarios que nunca debieron sucumbir a los disparates burocráticos.